CULTURA, PODER Y SOCIEDAD EN MESOAMÉRICA

CULTURA, PODER Y SOCIEDAD EN MESOAMÉRICA

Con el paso del tiempo, los asentamientos agrícolas en Mesoamérica se fueron haciendo más complejos, no sólo en sus construcciones sino en su forma de organizarse. Como consecuencia de esto apareció el Estado como una forma de organización social que regula la vida de los individuos en un territorio específico. Con el surgimiento de los diversos Estados en Mesoamérica, también surgieron las jerarquizaciones sociales, las cuales están relacionadas con el trabajo especializado.

ESTRUCTURA POLÍTICA DE LOS CENTROS DE PODER EN MESOAMÉRICA

Las personas que trabajaban la tierra, quienes cazaban, quienes elaboraban artefactos de piedra o barro, o quienes tejían, prácticamente dedicaron tiempo completo a estas labores, por ello no tenían oportunidad de producir sus propios alimentos. Esto significaba que debían obtener un excedente de su propio trabajo para poder intercambiarlo por alimentos o satisfacer otras necesidades, como ropa u objetos.

Lo mismo sucedió con intermediarios o comerciantes, guerreros, sacerdotes y gobernantes, quienes no producían algún tipo de bien pero se dedicaban de tiempo completo a sus respectivas actividades. Esta dinámica generó nuevas relaciones entre las personas, ya que algunas se volvieron más poderosas que otras y utilizaron dicho poder para dominar a las más débiles. Así se fue moldeando la estructura tanto política, económica y cultural de Mesoamérica.

La organización política y social de las diversas culturas mesoamericanas no fue la misma, varió según la temporalidad o la región. Hubo desde ciudades-Estado que dominaban pequeñas localidades o regiones, hasta grandes Estados que formaban verdaderos imperios. La periodización de Mesoamérica en Preclásico, Clásico y Posclásico tiene relación con los cambios de organización política, pues este tipo de transformaciones incidieron en el resto de la vida social e individual de las personas.

PRECLÁSICO

En el periodo Preclásico (del 2 500 a. n. e. al año 0) se gestó una estructura política denominada cacicazgo o jefatura, especialmente en la cultura Olmeca, desarrollada en Veracruz y Tabasco. Con el cacicazgo como estructura política, la élite comenzó a diferenciarse e imponerse a los demás grupos sociales gracias a la acumulación de recursos o la adquisición de ciertos saberes, como los ciclos de la naturaleza y los astros. De esta forma se estableció una distinción y una relación de poder entre la élite y el resto de la población: esta profunda división derivó en una estratificación social.

En esta forma de organización política se distinguen tres grupos sociales principales: la clase gobernante, la nobleza y la gente común. La gente común vivía en barrios o pueblos donde no había una diferenciación social interna. Las familias vivían en condiciones de igualdad y solamente se destacaban los jefes o los mayordomos, quienes se encargaban de resolver los problemas comunales.

Entre los años 2 500 a. n. e. y 1 200 a. n. e. aparecieron los primeros cacicazgos en la cultura olmeca. Una de las principales manifestaciones materiales de esta cultura fueron las colosales esculturas de cabezas humanas. Fue necesario un enorme esfuerzo de organización social para elaborar estas esculturas, cuya materia prima provenía de lugares situados a decenas de kilómetros de distancia de los centros ceremoniales en los que fueron colocadas. Estas representaciones probablemente representan caciques o gobernantes, pues se advierte en ellas un afán de exaltación pública.

CLÁSICO

El periodo Clásico (del año 0 a aproximadamente el 900) se caracterizó por el surgimiento del Estado como una estructura social con mecanismos centralizados para ejercer el poder. Ejemplos del mismo son la ciudad de Teotihuacan en el Estado de México, Monte Albán en Oaxaca y algunas ciudades del área maya, como Palenque (Chiapas), Calakmul (Campeche), Uxmal (Yucatán), Dzibanché (Quintana Roo) o Comalcalco (Tabasco). La aparición del Estado como estructura política en el periodo Clásico consolidó la diferencia entre soberanos o gobernantes y el pueblo común. El Estado mismo fomentó las diferencias sociales por medio de estructuras jerárquicas y la división del trabajo. Existió también una burocracia estatal que administraba las tareas del pueblo tanto en aspectos productivos como en sociales. En las ciudades-Estado mayas del periodo Clásico, el poder estuvo centralizado en un gobernante, quien heredaba la autoridad política, económica y social. Este tipo de gobernantes o señores estableció relaciones políticas con otras ciudades-Estado por medio de alianzas, matrimonios y el intercambio de obsequios de gran valor.

En Teotihuacan no hubo una autoridad individual o dinástica, sino que el poder fue administrado por grupos de sacerdotes. Esta forma de gobierno, llamada teocracia, fue posible porque Teotihuacan fue un estado multiétnico, es decir, en él concurrían diversos grupos sociales y culturales con idiomas y creencias diversas, a diferencia de las ciudades-Estado mayas, las cuales tenían una lengua y una cultura común.

POSCLÁSICO

En el periodo Posclásico (del 900 a 1521), los Estados se militarizaron y surgieron algunos imperios como el tolteca de Tula, en Hidalgo; los reinos mayas en la península de Yucatán, o el Imperio mexica, también llamado azteca, en el centro del país.

En el periodo Posclásico, los Estados militaristas o imperios expandieron su dominio a otros pueblos y centralizaron el poder en un gobernante supremo. Estos Estados contaban con un ejército de guerreros de tiempo completo. El más notable ejemplo de esta organización política fue el Imperio mexica o azteca. El soberano era la cabeza y se le conocía como tlatoani. Éste heredaba el poder de su padre o tío, era el jefe militar y sacerdote del más alto rango, así como juez supremo. El soberano era el representante terrenal de sus antepasados divinos o de las fuerzas cósmicas. Para legitimar su poder se mostraba como todopoderoso. 

La sociedad mexica estaba divida en dos grandes grupos: la nobleza (pipiltin) y el pueblo (macehualtin); el estatus social de cada uno se distinguía por la vestimenta y ornamentos. El pueblo estaba conformado en su mayoría por agricultores, artesanos, comerciantes y guerreros, mientras que la nobleza por gobernantes, sacerdotes, funcionarios, artistas y los guerreros más prominentes.

La diferencia social también se reflejaba en la educación que recibía cada grupo. El tepochcalli era la escuela para niños y jóvenes del pueblo: allí les enseñaban religión, moral y adiestramiento para la caza y la guerra. Mientras que el calmecac fue un centro de enseñanza de disciplina extrema para que los jóvenes nobles se instruyeran en las artes, la religión, la lectura, la elaboración de códices, la historia, la dirección militar y la administración pública. A diferencia de un sistema de castas, en donde no hay movilidad entre los distintos grupos sociales, en la sociedad mexica los pipiltin y macehualtin podían subir o bajar de grupo. Los nobles perdían sus privilegios si cometían algún delito o no pagaban sus deudas. Del otro lado, la única forma de que una persona del pueblo ascendiera a la nobleza era distinguiéndose en el campo de batalla. 

Había un tercer grupo o estrato social que en cierta manera se encontraba en situación de esclavitud. Eran conocidos como tlacotli: eran personas que no pagaban sus deudas y estaban obligadas a servir a su acreedor o prestador. Ésta era una condición temporal, pues desaparecía una vez que la persona morosa saldaba su deuda, y no era hereditaria. En cada estrato social existían múltiples familias que estaban emparentadas por consanguinidad (parientes comunes de sangre) o afinidad (matrimonios). Esta agrupación familiar se llamaba calpulli y los miembros se reconocían entre sí por tener un ancestro en común. Cada calpulli tenía su escuela, un templo dedicado a su divinidad protectora y los miembros se dedicaban a un tipo específico de actividad artesanal. A la cabeza de cada calpulli había un hombre adulto, quien, con la asistencia de las personas adultas mayores, distribuía la tierra entre las familias, pues la propiedad de la tierra era comunitaria; además organizaba el trabajo, la educación y los cultos. No se debe olvidar que los calpullis formaban parte del Estado, por lo cual había un funcionario estatal que se encargaba de la recaudación de tributos, la impartición de justicia o la elección de miembros del calpulli para la participación en ceremonias religiosas públicas.

Como puedes imaginar, la vida cotidiana de las personas dependía de la estructura política de la entidad de la que formaban parte. La política ayer, como hoy, norma, regula y establece relaciones entre las personas y sus conductas, sus deberes e incluso sus creencias.

COMERCIO, CIRCULACIÓN E INTERCAMBIO DE BIENES EN MESOAMÉICA

Propiedad de la tierra, agricultura y caza

La propiedad y el cultivo de la tierra en Mesoamérica fueron principalmente comunitarios. Las tierras pertenecían a todo el pueblo y los bienes producidos les pertenecían a las personas que las trabajaban. El usufructo de la tierra se heredaba a los hijos y en caso de no haber descendencia, volvía al pueblo para ser redistribuida nuevamente.

Cuatro plantas dominaron las tierras cultivables de Mesoamérica: maíz, frijol, calabaza y chile. Seguido de estos cultivos estuvo el aguacate, el amaranto y el agave. El maíz fue el producto agrícola por excelencia porque era posible cosecharlo de dos a tres veces al año y se aprovechaba cada parte de la planta: los granos para la masa, sopas y algunas bebidas; las hojas para envolver comida, cocinar o adornar, y el tallo, el olote y los cabellos para la elaboración de tés.

Aunque la práctica de la agricultura era intensiva en toda Mesoamérica, nunca se dejó de practicar la caza de animales silvestres, pues con excepción del guajolote y el perro, no se contaban con animales que hubieran sido domesticados y utilizados en la ganadería. Entre las especies más preciadas estaban los venados y los conejos cola de algodón, pues además de proveer alimento, su piel y sus huesos se aprovechaban para hacer vestimentas, herramientas y armas. También se practicó la caza de aves y la pesca en lagos, ríos y el mar

La recolección de plantas, frutos e insectos tuvo especial importancia en la dieta de los pueblos mesoamericanos. En los lagos se capturaban acociles y otros crustáceos, y a pie del monte tejocotes, nopales, tunas, berros, epazote y muchas otras especies vegetales.

Comercio

Cada región de Mesoamérica poseía materias primas y elaboraba productos específicos. Muchas de estas materias primas y productos eran consumidos y codiciados por otros pueblos, lo cual generó redes de intercambio y comercio tanto de productos para el consumo básico como otros de lujo.

Por ejemplo, en el periodo Preclásico funcionó una “ruta del jade” entre la costa del golfo de México (Veracruz y Tabasco) y el centro (Ciudad de México y Estado de México), que incluía también los estados de Guerrero, Morelos, Puebla y Oaxaca y la cual los olmecas supieron aprovechar. Otro lugar que tuvo un gran crecimiento en este periodo y controló la distribución de bienes fue San José Mogote (Oaxaca).  

En el periodo Clásico, con Teotihuacan como el mayor núcleo económico y político de Mesoamérica, se intensificaron las relaciones y las rutas de comercio entre áreas lejanas, desde el norte hasta Centroamérica. ¿Cómo logró la economía teotihuacana incorporar a prácticamente toda Mesoamérica en el sistema de comercio e intercambio de bienes? Por medio del control de la producción, el comercio y la apropiación del trabajo ajeno, ya fuera por medio del tributo o del sometimiento. Con el excedente de producción y mercancías se sostuvo al grupo dirigente y los artesanos especializados y se inició la acumulación de riquezas de parte de algunas minorías, como dirigentes y comerciantes.

El interés del Estado fue mantener la circulación de bienes de lujo entre las élites, las cuales usaban ciertos objetos como distintivos sociales entre quienes podían adquirirlo y usarlo, y quienes no. También le interesaba prevenir la aparición de otros centros productores y evitar la competencia, por lo que generó grandes rutas comerciales bajo su control. Por ejemplo, Teotihuacan tuvo el monopolio de la obsidiana color verde, proveniente del estado de Hidalgo, un vidrio volcánico que servía para hacer cuchillos y otras herramientas, y que era muy preciado en el México antiguo. El estado teotihuacano tenía artesanos que explotaban y trabajaban la obsidiana.

Algunas de las materias primas más relevantes para los teotihuacanos fueron la obsidiana verde y el pedernal para fabricar herramientas y armas, la piedra verde para tallar objetos ornamentales, el cinabrio para pintar, la pirita para tallar espejos, las conchas y los caracoles para fabricar trompetas y los caparazones de tortuga utilizados como instrumentos de percusión, además de metates de basalto, pieles de animales y plumas preciosas de aves exóticas, todos estos objetos provenientes de rincones muy distantes.

El comercio generó un grupo especializado de personas que tenían un estatus privilegiado: los mercaderes. Éstos estaban exentos de tributo y de obligaciones de guerra, sin embargo, su número era controlado por el Estado.  

Los mercaderes recorrían grandes distancias con sus mercancías para abrir nuevos mercados, pero también tenían ciertas restricciones en cuanto a las zonas en donde podían comerciar.

Debido a la importancia del intercambio de bienes para el Estado, en el trayecto entre ciudades los mercaderes eran escoltados por guerreros y acompañados por cargadores. Los cargadores o tamemes recorrían unos 25 km en un día y soportaban un peso de hasta 20 kg.

Los trayectos totales que recorrían en una misión comercial podían llegar hasta los 500 km. En el periodo Posclásico la extensa red de intercambio generada por Teotihuacan se fragmentó y regionalizó en un primer momento, aunque posteriormente fue controlada por el Imperio mexica, si bien ciertas áreas no cayeron bajo su control, como Yucatán y Michoacán. El comercio mexica tuvo similitudes con el teotihuacano: fue a larga distancia y estaba financiado por el Estado a través de expediciones organizadas por mercaderes. El pago de tributo y el almacenamiento de la riqueza ocasionaron múltiples conflictos y guerras. Por su parte, en el área maya se desarrollaron ampliamente rutas marítimas en lugares como Cozumel y Tulum.

En la zona mexica cada pueblo o ciudad tenía por lo general su propio mercado local, denominado tianquiztli. Los mercados de comunidades pequeñas eran temporales y sólo funcionaban ciertos días, mientras que los más grandes e importantes eran permanentes.

En la época de la conquista española el mercado era el principal espacio de transacciones económicas en la vida cotidiana de las personas, pues en él se podían intercambiar los excedentes agrícolas y abastecerse de los productos que no se producían en la zona.

El tributo fue pilar en la economía de Mesoamérica, pues significaba la entrega del trabajo y la producción a los grupos gobernantes. El tributo implicó conquista y dominación, y fue de carácter obligatorio ya que servía para sostener el Estado. El tributo consistía en que las regiones sometidas dieran al Estado, con cierta regularidad, una gran cantidad de los productos que elaboraban, de esta forma las comunidades transfirieron grandes cantidades de bienes a los centros de poder. El tributo se recaudaba cada 80 días, es decir, cada cuatro meses mesoamericanos. Los recaudadores los llevaban a los almacenes reales que, junto con los botines de guerra o los regalos a los nobles, acrecentaban las arcas del imperio, en este caso, el mexica.

SISTEMAS DE ESCRITURA, NUMERACIÓN Y CALENDARIO EN MESOAMÉRICA

Solamente en seis lugares del mundo se inventó la escritura de manera autónoma: en Mesopotamia, Egipto, China, Valle del Indo, la Isla de Pascua y Mesoamérica. Aunque la tradición mesoamericana fue principalmente oral y consistía en memorizar y recitar mitos, historias y cantos de las generaciones anteriores, fue complementada con un sistema gráfico de representación, llamado escritura pictográfica.

Las primeras evidencias de ideogramas se remontan al periodo preclásico con la cultura olmeca. Al día de hoy, el ejemplo más antiguo se  Encuentra en el Monumento 3 de Ojo de Agua (Mazatlán, Chiapas) de aproximadamente 3,000 años de antigüedad.

Desde la región del golfo de México, la escritura pictográfica se difundió y fue adaptada por otros grupos mesoamericanos. Se han identificado al menos veinte sistemas de escritura de este tipo en Mesoamérica, como la zapoteca, la epiolmeca, la teotihuacana, la maya, la de Tula, la de Cacaxtla y Xochicalco o la náhuatl, entre otras. Sólo las escrituras pictográficas maya y náhuatl han sido descifradas.

El surgimiento de la escritura pictográfica como método de registro se asocia al surgimiento de cacicazgos y ciudades-Estado, pues sirvió como un instrumento ideológico de las élites para afirmar su dominio sobre los demás grupos sociales. Los gobernantes legitimaron su poder y perpetuaron sus hazañas mediante registros mítico-históricos. 

La mayoría de los registros escritos mesoamericanos dan cuenta de los nombres de gobernantes, de acontecimientos cívicos y las fechas en que sucedieron.

La escritura ideográfica utiliza pictogramas para representar ideas mediante signos. Por ejemplo, la idea “guerra” se representaba con macanas o escudos, mientras que “palabra” con el símbolo del canto.

La escritura mesoamericana fue plasmada por este tipo de signos en estelas, altares, columnas, escaleras, dinteles, tronos, pinturas murales, códices, cerámica y otros objetos ornamentales. 

La numeración en Mesoamérica tuvo como base el sistema vigesimal.

El primer sistema de numeración de Mesoamérica registra puntos con valor de una unidad y barras con valor de cinco. Una de las reglas de conteo en el sistema vigesimal mesoamericano es que no se podían escribir más de cuatro puntos ni más de tres barras. El sistema de puntos y barras tuvo una difusión temporal y espacial muy amplia, pues se utilizó desde el periodo Preclásico hasta el contacto con los españoles.

Este sistema de numeración permitió sumar, restar, multiplicar y dividir, y así realizar cálculos precisos que se requerían en la vida cotidiana, en la construcción de templos y grandes edificaciones, en el control y la administración gubernamental, y en los cálculos astronómicos y del calendario. 

En Mesoamérica se produjeron conocimientos matemáticos precisos que posibilitaron la creación de sistemas calendáricos complejos. El calendario mesoamericano ordenó el tiempo y estableció fechas vinculadas a actividades agrícolas, fiestas religiosas y otros eventos. Por ejemplo, el conocimiento de las estaciones del año fue de gran importancia para los procesos de cultivo, pues estos dependían del cambio de la temporada seca a la de lluvia.

La gran mayoría de las grandes ciudades mesoamericanas construyó y orientó sus edificios principales al movimiento de los astros.

Hubo distintos calendarios en Mesoamérica, aunque compartieron elementos en común. 

Desde el periodo Clásico se distinguen dos ciclos o cuentas calendáricas: la cuenta de los días o tonalpohualli, y la cuenta adivinatoria o xiuhpohualli. El tonalpohualli era el calendario ritual que estaba compuesto de trece grupos de veinte días (en el calendario zapoteca) o veinte grupos de trece días (en la cultura mexica) para formar un ciclo de doscientos sesenta días. Servía para determinar el carácter de una persona y su suerte a lo largo de la vida a partir de la fecha de nacimiento.

Se cree que este calendario tiene algún vínculo con Venus, con el periodo de gestación humana (de doscientos setenta días, aproximadamente), o incluso se sugiere que no se basó en fenómenos naturales, sino en los números trece y veinte, ambos considerados importantes en la cosmovisión mesoamericana.

El xiuhpohualli era el calendario civil, basado en el movimiento del Sol. Estaba compuesto por dieciocho grupos de veinte días más cinco días adicionales para formar un ciclo de trescientos sesenta y cinco días. Ambos calendarios se enlazaban, es decir, coincidían cada 18 980 días, es decir, cincuenta y dos años (setenta y tres años del calendario ritual). Esto constituía un “siglo mesoamericano”, el cual, a diferencia de nuestra concepción del tiempo lineal, era cíclico.

LA RELIGIÓN Y LA COSMOVISIÓN

La religión en Mesoamérica influyó en todos los campos de la vida social e individual de las personas, desde el nacimiento, el trabajo, las fiestas y todas las manifestaciones artísticas hasta la muerte.

Derivado de la religión, se edificaron grandes monumentos en honor a los dioses. El culto religioso lo administraban los sacerdotes, quienes además conocían y controlaban el calendario con el objetivo de predecir los fenómenos naturales y el movimiento del sol, la luna y Venus, así como los eclipses y los cambios de estación.

Entre las edificaciones que tenían un carácter religioso se encuentran las canchas del juego de la pelota, que propiamente no era un juego de carácter lúdico, sino un ritual vinculado a la cosmovisión compartida de los pueblos mesoamericanos. El juego de pelota recreaba las batallas cósmicas entre cuerpos celestes, los rituales de fertilidad, las ceremonias guerreras o funcionaba como escenario para los sacrificios.

La práctica del juego de pelota tiene una antigüedad aproximada de 3,500 años. Hasta ahora, la cancha de juego de pelota más antigua se encuentra en Paso de la Amada (Chiapas). Se han encontrado más de 2,500 canchas en toda Mesoamérica.

Hoy en día, aún se conserva la práctica de esta actividad, aunque en una versión más deportiva y menos ritual llamada ulama. Este término se relaciona con el vocablo náhuatl para el juego de pelota ritual antiguo, denominado ullamaliztli. El ulama se practica todavía en Zacatecas, Michoacán, Guerrero, Oaxaca, la Ciudad de México y otros estados. En Sinaloa se practica todavía con un carácter ritual en Mocorito, Angostura, Guamúchil, El Rosario y Concordia.

Las sociedades mesoamericanas fueron gobernadas por soberanos a quienes se les reconocía como seres semidivinos: provenían de familias nobles y justificaban su poder en algún ancestro mítico. Los sacerdotes resguardaron el conocimiento de conjuros mágicos, ciclos calendáricos, movimientos de los astros y también de las finanzas.

El intercambio comercial generó ciertos elementos culturales compartidos entre las distintas sociedades mesoamericanas.

La idea de civilización refiere a organizaciones sociales complejas que se caracterizan por un modo de vida urbano, división del trabajo, comercialización de excedentes materiales (comida, cerámica, armas) y avances tecnológicos, como los calendarios. No obstante, a diferencia de civilizaciones como la egipcia o la china, los pueblos mesoamericanos nunca formaron una unidad política.

Fuente: Colección Ximhal. Ética, naturaleza y sociedades. Primer grado de secundaria. Dirección General de Materiales Educativos de la Secretarla de Educación Pública.