FRAY BERNARDINO DE SAHAGÚN
Fray Bernardino de Sahagún, un fraile franciscano del siglo XVI, hizo contribuciones significativas a la etnología a través de su extensa obra "Historia General de las Cosas de la Nueva España". Sus principales aportes incluyen:
Documentación detallada: Sahagún recopiló información exhaustiva sobre la cultura, religión, costumbres, lenguaje, historia y sociedad de los pueblos indígenas de México, especialmente los mexicas (aztecas).
Metodología de investigación: Utilizó técnicas de investigación etnográfica avanzada para su época, incluyendo entrevistas y cuestionarios a informantes indígenas. Su enfoque sistemático y detallado sentó las bases para la etnografía moderna.
Preservación de la lengua náhuatl: Sahagún escribió en náhuatl y español, preservando así valiosas fuentes primarias en el idioma original de los mexicas. Esto ha sido crucial para los estudios lingüísticos y culturales.
Interdisciplinariedad: Su obra abarca diversas áreas del conocimiento, desde la botánica y medicina indígena hasta la cosmología y la historia, ofreciendo una visión holística de la cultura prehispánica.
Perspectiva indígena: A pesar de ser un misionero, Sahagún mostró un esfuerzo por comprender y presentar la visión del mundo indígena de manera respetuosa y detallada, lo cual es notable para su tiempo.
Estos aportes hicieron de Fray Bernardino de Sahagún una figura clave en la etnología y un pionero en el estudio de las culturas indígenas de América.
ANDRÉS MOLINA Y ENRIQUEZ
Andrés Molina Enríquez se destaca como un importante iniciador de la etnología en México. Entre sus obras más conocidas se encuentra la que lleva por título Clasificación de las Ciencias fundamentales [1935], en la cual manifiesta su visión positivista y hace mención de las dificultades que implica la definición de la etnología como una ciencia dedicada al estudio de los pueblos:
La ciencia actualmente nominada con la palabra etnología, compuesta de la voz griega ethnos, pueblo, como radical, y de la seudodesinencia logía, aunque debiera ser por la significación de dicha palabra nominal, la ciencia de los pueblos, o sea la ciencia de las colectividades formadas por los hombres, no ha podido acabar de formarse, porque no habiendo sido bien definidas las ideas que hemos venido exponiendo, muchos autores han considerado que el estudio de los pueblos debe corresponder a la Antropología Física, y otros, que ese estudio debe corresponder a la Antropología General. Los primeros asignan a la etnología la mezquina función de hacer la clasificación de los hombres por los datos morfológicos que éstos presentan; y los segundos, han comenzado a asignarle la función de estudiar las sociedades humanas. Éstos últimos tienen razón. Como veremos en la monografía que llevará el título de La Nueva etnología, la etnología deberá ser la ciencia de los pueblos, o sea la ciencia de lo que hemos llamado el hombre colectivo [Molina Enríquez 1935: 67-68].
LA PERSPECTIVA DEL “INDIO VIVO”
El carácter heterogéneo de la población mexicana se contraponía a los ideales nacionalistas que pretendían modernizar al país a partir de la implantación de una forma de vida común para todos los ciudadanos.
Muchos sostenían que la evolución cultural consiste en ir de lo heterogéneo y diverso a lo homogéneo.
El “indio vivo” se convirtió en un problema que debía ser atendido como una cuestión política prioritaria con el objetivo de lograr la unidad étnica y la homogeneización de la sociedad nacional, un país donde todos los individuos pertenecieran a una única y misma raza.