EL ORIGEN DEL SER HUMANO: PREHISTORIA Y LAS CIVILIZACIONES ORIGINARIAS

EL ORIGEN DEL SER HUMANO: PREHISTORIA Y LAS CIVILIACIONES ORIGINARIAS

En este artículo se desarrolla el periodo que contempla el origen de la historia humana y las civilizaciones fundadoras de las edades que nos antecedieron para integrar las diferentes culturas que nos han enriquecido a través de los siglos.

PREHISTORIA

El estudio de la prehistoria permite interpretar, a través de los restos humanos y su cultura material (herramientas y artefactos utilizados en la vida diaria) las formas  de  vida  de las  sociedades  humanas  existentes en  épocas  en las  que no  se  produjeron  testimonios  escritos  o  documentos.  Este  periodo  abarca desde el Homo sapiens hasta la invención de la escritura, la cual apareció sólo en algunas sociedades y de forma no simultánea.

La  prehistoria  puede  dividirse  en  dos  grandes  períodos:  la  Edad  de  Piedra  y la Edad de los Metales. Estas, a su vez, se dividen en periodos definidos por características específicas.  La Edad  de Piedra comprende el Paleolítico  (infe­rior, medio y superior), el Mesolítico o el Epipaleolítico y el Neolítico. Por su parte, la Edad de los Metales incluye la Edad de Cobre o Calcolítico, la Edad de  Bronce  y  la  Edad  de  Hierro.  Esta  periodificación  responde  principalmente al desarrollo cultural de Asia, Europa y África, pero no al de América.

PALEOLÍTICO

La Edad  de Piedra Antigua o  Paleolítico  (del griego  palaios, "antiguo" y  lithos, "piedra",  haciendo  alusión  al uso  de la piedra para la elaboración  de artefactos de caza y de uso cotidiano) es una época que coincide temporalmente con un pe­ riodo  geológico  de la tierra conocido  como  Pleistoceno  o  Edad  o  Era del Hielo. Este periodo  estuvo  marcado  por diversos periodos glaciares en  los que las tem­ peraturas globales fueron  extremadamente bajas,  aunque también  hubo  periodos con temperaturas un poco parecidas a la actuales.

El Paleolítico es el periodo prehistórico más extenso; por ello, para facilitar su estudio, se subdivide de la siguiente manera:

MESOLÍTICO

El  Mesolítico (del griego mesos, "medio" y lithos, "piedra"), también llamado Edad de Piedra Media o Epipaleolítico (con el prefijo griego  epi-, "encima de", es decir,  "encima del paleolítico"),  es un  periodo  que coincide con el final del Pleistoceno y el inicio del Ho- loceno, cuando los hielos glaciares quedaron reducidos geográficamente a los polos y  a las montañas,  donde se mantienen en la actualidad, debido al aumento gra­ dual de la temperatura.

Este cambio climático ocasionó cambios en la flora y en la fauna, también provocó la extinción de múltiples especies, por lo que las personas tuvieron que adaptarse a las nuevas condiciones ambientales.  Las estrategias de caza y pesca, se adecuaron a las nuevas condiciones ambientales y se modificaron ante la necesidad de cazar nuevas especies animales; además, se generalizó el uso del arco y la flecha y otros instrumentos de caza. Se han encontrado  restos de canoas y  remos para la navega­ción en ríos y lagos, y se presume que aparecieron con ello las primeras nasas para pescar.

Las poblaciones humanas continuaron  asentándose en  cue­ vas,  pero  cada vez volvieron  más comunes los campamentos al aire libre debido  a las condiciones climáticas favorables; se adoptó un estilo de vida sedentario y se construyeron casas más sólidas. Esos cambios ocasionaron un aumento de la población. Hubo asentamientos a la orilla de los ríos, lo que facilitó la ex­ plotación de los recursos vegetales por medio de la recolección y la pesca, y comenzó a desarrollarse la agricultura, lo que faci­ litó el sustento de poblaciones cada vez mayores.

Neolítico

El Neolítico  (del griego  neos, "nuevo",  y  lithos, "piedra"), también  llamado  Edad  de Piedra Nueva,  comenzó  con  la producción de alimentos, es decir, la agricultura y la gana­ dería, lo que ocasionó cambios en la organización social y los asentamientos de las aldeas.  Es posible que el cambio climático haya contribuido al desarrollo de la agricultura.

Este periodo  se caracteriza porque diversas sociedades pasaron de un estilo de vida nómada a uno sedentario, que implica vivir en  asentamientos permanentes.  La relativa seguridad  alimentaria y  el aumento  de la productividad, generadas por la agricultura y  la ganadería,  permitieron que las comunidades fueran cada vez más grandes. La do­ mesticación  de animales fue posterior al desarrollo  de la agricultura.

Uno  de los sitios más importantes del Neolítico  fue (^atalhóyük (Turquía),  cuyo  origen  se calcula en  el 7000  a.  n.  e.  Se estima que este asentamiento  albergó  a tinas cinco  mil personas,  lo  que resultó en una población numerosa para su época.

El  Neolítico  también  se  caracterizó  por  el  uso  de  la  piedra  pulida para la molienda de semillas y granos, la fabricación de objetos de arci­lla cocida y una nueva forma de organización social en aldeas.

Otra de las manifestaciones culturales más relevantes del Neolítico se  encuentra  en  el  megalitismo,  es  decir,  la  construcción  de  monu­mentos  con  grandes  bloques  de  piedra,  ya  fuera  con  fines  funerarios o rituales, práctica que se desarrolló entre el 5000 y el 2000 a. n. e.

Uno de los sitios con megalitos más conocido es Stonehenge (Reino Unido), cuya antigüedad se calcula entre el 3000 y el 2000 a. n. e. Este monumento posiblemente sirvió como un lugar para realizar algún ritual solar, como celebrar el solsticio de verano.

La prehistoria concluye con  la aparición  de la escritura,  aproximadamente en  el año  3500  a.  n.  e.,  en  Mesopotamia (Irak).  A la par,  comenzó  la pro­ducción  de objetos de metal,  por lo  que a este periodo  también  se le conoce como  la Edad  de los Metales,  y  se divide en  Edad  del Cobre o  Calcolítico, Edad  del Bronce y  Edad  del Hierro.  La metalurgia es considerada como  uno de los avances tecnológicos más importantes de la humanidad.

Estudiar la prehistoria es la única forma de conocer los orígenes y el pasa­ do más  remoto de la humanidad. A través  del tiempo, los  seres  humanos modernos  evolucionaron y  poblaron el planeta. Con la adopción de la agricultura, se desarrollaron comunidades  sedentarias  complejas  que, even­tualmente, formaron las grandes civilizaciones de la Antigüedad.

Aportes y características de las civilizaciones originarias

Una vez  que la humanidad comenzó a producir alimentos  de manera sistemática y  se asentó en aldeas  de manera permanente, las  socie­ dades  se volvieron más  complejas. Esto permitió el surgimiento de civilizaciones  que lograron almacenar alimentos, practicaron el comer­ cio, crearon instituciones  políticas, como el Estado y  los  ejércitos, y complejizaron sus relaciones sociales a través de la creación de jerar­ quías y clases sociales.

Una civilización es una forma de organización política y social caracteri­zada  por  la  presencia  de  un  Estado  como  forma  de  gobierno  y  una  élite gobernante  que  ejerce  el  poder  sobre  poblaciones  subordinadas,  lo  que resulta  en  una  estratificación  social.  Las  civilizaciones  cuentan  con  una alta  especialización  del  trabajo  en  la  agricultura,  la  pesca,  la  ganadería, la  manufactura,  la  minería  y  el  comercio.  Estas  sociedades  se  urbanizan con la construcción de grandes ciudades, las cuales contaron con infraes­tructura,  abastecimiento   de   agua,   caminos   y   arquitectura   monumental. 

Todo  esto  derivó  en  el  surgimiento  de  la  escritura  porque,  con  ésta,  se llevaba  un  registro  y  control,  por  parte  del  Estado,  de  la  producción agrícola y ganadera.

Una civilización originaria es aquella que surge de manera autónoma, sin influencia de otras civilizaciones, lo que hace que sus características culturales sean  auténticas u  originales.  Estas civilizaciones influyeron en la aparición y desarrollo de otras. En el mundo existieron seis regio­nes en  las que emergieron  estas civilizaciones: Mesopotamia,  Egipto, valle del Indo, China, área andina y Mesoamérica.

MESOPOTAMIA

La civilización mesopotámica se asentó en la región situada entre los ríos Tigris y Eufrates, en el actual Irak. Su nombre proviene del griego: mesos, que significa ‘medio”, y potamos, “río”, es decir, “lu­gar entre ríos”.

Mesopotamia desarrolló las primeras estructuras  para sistemas de canalización,  riego  y  transporte  del  agua  por  medio  de  diques  para  la prevención  de  inundaciones,  esclusas  para  la  regulación  del  flujo  de agua  y  canales  para  la  distribución.  Esto  permitió  el surgimiento  de  las primeras  ciudades  y  la  expansión  de  la  agricultura,  lo  que  posibilitó  la existencia sucesiva de distintas culturas por más de tres mil años. Varios pueblos,  como  los  sumerios,  acadios,  babilonios,  asirios  y  persas,  ocu­paron  la  región  de  Mesopotamia  a  lo  largo  de  la  historia  debido  a  que era un territorio muy ambicionado por sus valles fértiles.

Los  antiguos  habitantes  tuvieron  que  aprender  a  controlar  las  aguas de  los  ríos  Tigris  y  Eufrates  porque  generaban  inundaciones  periódi­cas.  Sin  embargo,  cuando  las aguas se retiraban,  las tierras quedaban llenas de nutrientes,  situación  propicia para la agricultura.  La econo­mía agrícola se basó  principalmente en  cereales,  la cebada y  el trigo, frutas,  las palmas datileras,  los higos,  las aceitunas,  las granadas,  los pistaches, las uvas y legumbres.

Uruk (4000 - 3100 a. n. e.) es considerada como una de las pri­meras ciudades del mundo.  La escritura surgió,  aproximadamente, en  el año  3500  a.  n.  e.  en  Mesopotamia,  a partir de la necesidad gubernamental de tener un  sistema de registro  para el control del ganado  y  los granos.  Milenios después de su  surgimiento,  la civilización  mesopotámica declinó  cuando  Alejandro  Magno (335 - 323 a. n. e.) conquistó el Imperio aqueménida de los persas e impuso la forma de vida griega.

EGIPTO

La  civilización  egipcia  se  desarrolló  durante  más  de  tres  mil  años.  Su historia  comenzó  con  la  unificación  de  varias  ciudades  establecidas  a  lo largo de la ribera del río Nilo alrededor del 3100 a. n. e. Este río fue la clave del desarrollo de la civilización, pues anualmente tenía grandes crecidas que inundaban las riberas, esto creaba en ellas una capa fértil que favoreció el desarrollo de la agricultura. El río también fue la princi­pal  vía  de  comunicación  para  el  transporte y  el  comercio,  y  formó  parte esencial de la vida religiosa.

Los  egipcios  controlaron  las  crecidas  del  Nilo  por  medio  de  diques y  canales,  y  aumentaron  la  superficie  cultivable.  Una  obra  de  infraes­tructura  notable  fue  la  construcción  de  un  canal  que  conectaba  el  río Nilo  con  el  mar  Rojo.  Se  cultivó  trigo,  empleado  para  elaborar  pan, y  cebada,  para  producir  cerveza.  Entre  las  legumbres  que  los  egipcios cultivaron  se encuentran  las lentejas,  las habas,  los garbanzos y  los chícharos; entre las hortalizas,  lechugas,  pepinos,  calabazas,  cebollas y ajos; entre las frutas, dátiles, higos, uvas, sandías y melones.

La sociedad  estaba jerarquizada y  estratificada,  su  forma de gobierno era una monarquía absoluta dirigida por el faraón,  cuyas funciones im­ plicaban  ser gobernador,  administrador,  sumo  sacerdote,  juez supremo y jefe del ejército. El faraón era considerado un puente entre lo divino y lo  humano,  por lo  que era venerado  como  un  semidiós.  En  la pirámide social,  debajo  de él,  estaban  los sacerdotes; después,  los escribas; más abajo,  los soldados; luego,  los comerciantes y  artesanos; después,  los campesinos, y en lo más bajo de la sociedad estaban los esclavos, quie­ nes realizaban  las tareas más pesadas,  por ejemplo,  la construcción  de templos y pirámides.

Las pirámides fueron  una de las principales construc­ ciones egipcias,  las cuales eran  monumentos funerarios reservados a los faraones cuyo objetivo fue contener su esencia por toda la eternidad. Los egipcios creían en la vida después de la muerte, por lo que realizaron embal­ samamientos y  momificaciones para que el cuerpo  del difunto se conservara en la otra vida. En la dinastía IV, se construyeron  las populares pirámides de los farao­ nes Keops,  Kefrén  y  Micerinos. Finalmente, la historia egipcia estuvo  caracterizada por diferentes periodos de decadencia,  hambrunas y  disputas internas,  pero  tam­bién de prosperidad, esplendor y estabilidad.

VALLE DEL INDO

Hacia  el  4000  a.  n.  e.,  algunos  pastores  y  agricultores  se  establecieron en las llanuras de los ríos Indo y Saraswati, en el actual territorio de Pa­kistán  y  parte  de  la  India.  Gradualmente  formaron  pueblos,  los  cuales estuvieron  regularmente  amurallados,  pero  no  para  defenderse  de  otros poblados, sino para evitar inundaciones de los ríos. En el periodo 2700-2600  a.  n.  e.,  los  diversos  poblados  se  transformaron  en  una  cultura unificada, conocida actualmente como civilización del valle del Indo.

Dos de las ciudades más importantes de esta civilización  fueron  Mohenjo Daro  y  Harappa.  Ambas ciudades tenían  una organización  social compleja y controlaban  hasta 100  ciudades pequeñas que se extendían  a lo  largo  de los ríos.  Ambas  mantuvieron  contacto  comercial  intenso  con  la  zona  de  Mesopotamia durante el Imperio acadio (2300 - 2000 a. n. e.).

Las sociedades del valle del Indo  alcanzaron  una complejidad  seme­jante al de otras civilizaciones originarias,  pues desarrollaron  un  exitoso sistema de irrigación agrícola y un complejo sistema de escritura aún sin descifrar.  Además,  contaron  con  una organización  social jerarquizada y un  complejo  sistema de creencias religiosas relacionadas con  la agricul­tura y la fertilidad.

Hacia el 2000 a. n. e., el río Saraswati comenzó a desecarse y un  par de siglos después,  hacia el 1800 a. n. e., los pueblos del Indo  comenzaron  a declinar: cesó  el comercio  y  desaparecieron los elementos que eran  el fundamento  de su  cultura urbana,  a saber, los sistemas de manejo del agua y drenaje.

China

La civilización  china tuvo  su  origen en las cuencas de los ríos Hoang-Ho, o río Amarillo, y del Yang-Tse-Kiang, o Yangtsé. La antigua civilización chi­ na desarrolló  importantes sistemas de canales y  tuberías para el abaste­ cimiento  de agua a las poblaciones. La agricultura apareció hacia el 6 500 a.  n.  e.  Los habitantes de las riberas del río  Amarillo  cultivaron  mijo,  le­gumbres,  verduras y  criaron  cerdos, perros y  pollos.  Por otro  lado,  en  el río Yangtsé se cultivó arroz y se cria­ron cerdos y búfalos.

Hacia el 5000 a. n. e., surgieron diversas culturas neolíticas a lo largo de es­ tos ríos.  Alrededor del 2000  a.  n.e.,  estas culturas formaron  una civilización que ha perdurado  hasta nuestros días.  La historia de China se divide en tres periodos: Antiguo  (2070-256  a.n.e.),  Imperial (221  a.n.e.-1912) y  Moderno  (de 1912  a la actualidad).  En  los periodos Antiguo  e Impe­rial,  gobernaron  varias dinastías,  como  ocurrió  en  Egipto.  Una dinastía es una secuencia de gobernantes que pertenecen  a una misma familia.  China estuvo  gobernada por diferentes dinastías; cuando  llegaba una nueva,  signi­ ficaba que la familia reinante había sido desplazada o sustituida.

La  cultura  china  poseía  rasgos  propios  de  las  sociedades complejas,    escritura,   urbanismo,   artesanos   especializados, religión,   ejército   y   una   sociedad   jerarquizada   encabezada por   gobernantes.   La   presencia   de   ríos   también   fue   fun­damental  para  el  desarrollo  de  la  cultura  china.  El  uso  de sistemas  de  cultivo  intensivo  favoreció  el  crecimiento  de  los poblados,  lo  que  generó  continuos  enfrentamientos  por  el control de las tierras.

En  esta  sociedad,  se  estandarizó  el  uso  de  monedas,  así como  un  sistema  de  escritura.  La  moneda  y  la  administra­ción  pública  frieron  pilares  que  fortalecieron  al  Estado.  Esta civilización  es  especialmente  conocida  por  la  Gran  Mura­lla  China,  la  cual  fue  construida  para  evitar  la  entrada  de los  pueblos  nómadas  del  norte,  los  mongoles,  así  como  por otros  aportes  aún  vigentes  la  seda,  la  porcelana,  la  brújula, el papel y la pólvora.

Las  civilizaciones  originarias  de  Mesopotamia,  Egipto,  valle  del  Indo  y  Chi­na son el resultado de la complejización de las sociedades humanas, la cual se reflejó en la creación de nuevas técnicas para garantizar la disposición de alimentos como la agricultura y la ganadería, el desarrollo de un sistema de es­ critura, la estratificación social, la creación de estrategias para el uso fructífero de ríos y el desarrollo de complejos urbanos. Si bien estas características son compartidas  por las  cuatro culturas  mencionadas  anteriormente, cada una de ellas desarrolló particularidades cuya influencia se puede identificar en las sociedades actuales.

Con el cambio climático del Pleistoceno al Holoceno, la humanidad tuvo que adaptarse a los nuevos ecosistemas. El desarrollo de la agricultura supuso una transformación social sin precedentes. Con las mejoras en las técnicas agrícolas, la alimentación se garantizó y con ello aumentó la población y la esperanza de vida. La disponibilidad del agua en los ríos adquirió gran importancia y  facilitó el desarrollo de los  primeros  núcleos  urbanos. Esto generó cambios estructurales y organizativos que requirieron la formación de las primeras instituciones de regulación y administración, el Estado, por ejemplo.

El surgimiento de las civilizaciones no se produjo de forma rápida ni uniforme, así como tampoco implicó el abandono de los anteriores modos de vida, pues las sociedades cazadoras-recolectoras coexistieron con las primeras civilizaciones. De hecho, en la actualidad, aún existen sociedades  cazadoras-recolectoras, lo cual es  una muestra de la diversidad humana y su capacidad de adaptación a diversos contextos ecológicos e históricos.