CRISIS Y CAÍDA DEL IMPERIO ROMANO DE OCCIDENTE

Hasta antes del año 300 el lmperio Romano había alcanzado su máxima extensión y riqueza, el poder  de los emperadores se ejercía de forma contundente en todo el territorio y aparentemente se había alcanzado el control de la población; no había enemigo que pudiera amenazar a Roma. Sin embargo, la administración y el gobierno de un imperio tan grande resultaban costosos y difíciles.

CAUSAS DE LA DESINTEGRACIÓN DEL IMPERIO ROMANO

Durante cerca de mil anos, el lmperio romano experimentó un flore­cimiento en distintos ámbitos que fueron una influencia en el mundo y en la zona bajo su control, tales como su literatura, arquitectura, ingeniería, cultura, entre otros. En este contexto de cambios, algunos hechos resultaron trascen­dentales. Por ejemplo, en el año 395 la administración del imperio se dividió entre dos emperadores: uno al occidente y otro al oriente; además, se adoptó el cristianismo como religion oficial y lentamente la población migrante comenzó a establecerse en territorio imperial y a formar parte del ejército y de la administración. Por un tiempo se consideraba que la causa de la caída del lmperio romano se debió a esos hechos; sin embargo, las causas fueron diferentes: problemas económicos y sociales, corrupción y la gran exten­sión del territorio.

Entre los años  27  a. n. e.  y  el 476,  los emperadores  cen­tralizaron  mucho  poder,  tanto  que se formó  una idea  de que eran casi unas deidades, por lo que eran llamados culto imperial.  Desde el siglo II,  prácticamente  todos los empe­radores fueron militares, dejaron de pertenecer a la noble­za y  no necesitaban  haber nacido  en  Roma  para  llegar a ser soberanos.  Una  medida  para  la  reorganización imperial consistió en dividir la administración del imperio entre dos emperadores para el territorio romano (que tendrían el mismo poder e igualdad en su nombramiento): uno para el occidente y otro para el oriente. Con esta división comenzó la paulatina separación del Imperio romano.

Otras de las causas que  llevaron al Imperio  romano a la crisis fueron el alto costo que representaba  mantener  un ejército cada vez más  grande, los gastos de  la  enorme  administración  que  controlaba  a  un  territorio que se extendía a más de un continente y el despilfarro de algunos empe­radores. Todo ello implicaba que las recaudaciones tributarias  resultaran insuficientes. Además,  fue  muy  contrastante  la  diferencia  social  entre los acaudalados (ricos comerciantes,  terratenientes, la nobleza  y los  al tos mandos) y las personas pobres (campesinos, esclavos y trabajadores); por ese motivo, los plebeyos sin recursos se vieron obligados a vender su mano de obra a quien pudiera contratarlos y se fomentaron flujos migra­torios a  regiones con  menores problemas. Al mismo  tiempo, disminuyó la cantidad de esclavos, particularmente de aquellos que  llevaban a cabo actividades agrícolas, lo que detonó protestas campesinas.

En el año 330   el emperador Constantino estableció la ciudad de Constantinopla (Hamada así en su  honor) como la capital de la  región oriental, lo que agravó la relación entre ambas partes del imperio.  Dicha región  (actualmente  Estambul, Turquía) se fundó  en  una  ubicación  estratégica y en  poco  tiempo  rivalizó con  Roma.  Lentamente  experimentó  una  época  de  bonanza  y crecimiento, que contrastaba con los constantes conflictos al in­terior de la región occidental. Los  romanos  tuvieron  una  religión  politeísta  que  convivió con  otras creencias y venía de los etruscos con cierta influencia griega. Por otra parte, en un inicio el cristianismo fue persegui­do  por  los romanos,  por lo que sus creyentes fueron castigados e incluso asesinados; sin embargo, tuvo  una creciente populari­dad, particularmente entre trabajadores y esclavos.

Como  parte de  las  mencionadas  amenazas  externas  en  oriente,  Persia presionó con las armas y, alrededor del año 100, en occidente padecieron una constante serie de  migraciones provenientes  del  norte de Europa  y de Asia, las cuales fueron cada vez más constantes y violentas. Los  pueblos  nómadas  que  migraban  eran  distintos  entre sí;  tenían costumbres,  lenguas, religiones y  una  forma de organización  diferentes tanto entre ellos como ante los romanos. De esta manera, fue común que los inmigrantes no compartieran la cultura de las regiones a las que llega­ban. Por lo anterior, esta época fue Hamada de  invasiones  bárbaras pero actualmente se le conoce como el periodo de las grandes migraciones. La población  romana y los denominados  bárbaros  tuvieron  un  largo proceso de convivencia: en los siglos de migración,  poco a poco se adap­taron a la cultura romana y se convirtieron al cristianismo.

A la frontera romana en el norte la delimitaban los ríos Rin y Danubio (actualmente en Alemania). &a  fue una región difícil de  defender en comparación con las fronteras del resto del imperio, por lo que se en­viaron tropas ahí. Sin embargo, Roma no logró ni persistió en extender su jurisdiccion hacia esta región.

Algunos  pueblos  migrantes,  como  los  hunos,  se  establecieron por  la  fuerza  tras atacar  a las poblaciones  ya  asentadas.  En  ese sentido, las ciudades y los sembradíos experimentaron la dificul­tad de mantenerse seguros ante las constantes batallas.

Las invasiones de los siglos III  y IV fueron permanentes: al mismo tiem­po  que  el imperio  luchaba  contra  las invasiones  de  los  francos  y los visigodos que  habían avanzado  a lo  que  hoy es España  y  Francia,  los vándalos, junto con otros pueblos, entraron también a España y final­mente  decidieron  cruzar  a  África.  En  el norte,  escandinavos,  anglos y sajones  ocuparon  la  Gran  Bretaña,  dejando  el lugar  sin influencia romana. Lentamente,  estos pueblos fueron estableciéndose y ganando control  territorial al Imperio romano. La misma península  itálica fue invadida por algunos grupos, creciendo con  ello la amenaza a Roma y, por ende, al imperio, aunque por entonces los emperadores también ya eran descendientes germánicos.

Roma no cayó en un día: fue un largo proceso que llevó a su fragmencaci6n en dos partes. Posteriormente, una extensa cri­sis en la región occidental fue desgastando su poder. Si bien en la caída del Imperio romano de Occidente influyeron las inva­siones, éstas no  fueron la única causa de su declive, pues los problemas que desde hacia siglos arrastraba, minaron poco a poco su poder y debilitaron su estructura .