LA GUERRA DE SECESIÓN

Casi un siglo después de su fundación, Estados Unidos de América fue el escenario de la guerra de Secesión, una guerra civil ocurrida entre 1860 y 1865. En ella se enfrentaron los estados del norte, que deseaban acabar con la esclavitud, contra los estados del sur, quienes se negaban y amenazaban con separarse de su país. 

La guerra de Secesión no fue únicamente un enfrentamiento entre esclavistas y antiesclavistas. Esta disputa evidenció las tensiones que existían entre políticos, terratenientes y empresarios, mostrando así las contradicciones ideológicas sobre las que se consolidó el proyecto de nación estadounidense. Cuando se firmó la independencia de las Trece Colonias en 1776 y, con ello, la creación de Estados Unidos de América, la esclavitud ya era una política muy arraigada en algunas zonas. Por esta razón, estaba permitida a pesar de que la libertad era un derecho establecido en su Constitución y uno de los valores fundacionales de esa nación.

El problema de la esclavitud en Estados Unidos de América 

A diferencia de América Latina, en Estados Unidos se realizó un proceso de invasión y conquista basado en el exterminio de los pueblos originarios. Mientras Portugal y España establecieron sistemas de producción que se sostenían en el trabajo de la población nativa, las Trece Colonias británicas utilizaron la mano de obra de personas que habían sido esclavizadas y traídas al continente para ser vendidas. En los estados del norte realizaban principalmente trabajos domésticos, artesanales e industriales; en el sur, los trabajadores esclavizados sostenían las grandes zonas agrícolas, principalmente de algodón y tabaco. Esta situación originó una dinámica social muy diferente al resto de las colonias en América, ya que se estableció una relación social de dominio entre colonos blancos y esclavos afrodescendientes. 

Aunque la esclavitud ha estado presente durante la historia de la hu­manidad, no significa que sea natural ni justificada. Durante miles de años, esta práctica no estuvo asociada directamente con las poblacio­nes africanas. Fue hasta finales del siglo XV cuando Portugal esclavizó y comercializó a personas de este continente y comenzó a tener gran demanda tras la llegada de los europeos a América. La esclavitud fue un sistema donde las personas africanas eran compradas y vendidas al igual que cualquier otra mercancía. Carecían de libertad y eran sometidas por otros, quienes las obligaban a trabajar en labores de construcción, agricultura, talleres artesanales, quehaceres domésticos, minería y otras actividades que requerían un gran esfuerzo físico.

En el territorio ocupado por las Trece Colonias, Estados Unidos de América a partir de 1787, la mano de obra africana, remunerada esclavizada, fue el motor económico que potenció el enriqueci­miento de la población blanca, principalmente sureña. Previo a la guerra de Secesión, los estados del sur se enriquecían con las plantaciones algodoneras que tenían gran demanda en Inglaterra debido a que, tras la Revolución Industrial, hubo un aumento de fábricas textileras que utilizaban algodón. Dentro de la cultura del sur, se configuró un orden social donde los dueños de las planta­ciones estaban convencidos de que tener esclavos era parte de su orden natural, y que ellos estaban predestinados a ser ricos y prós­peros a costa del trabajo de la población esclava. Aunque durante el siglo XVIII, en el norte las personas afrodescendientes dejaron de ser esclavizadas, no contaban con condiciones óptimas, ya que no se les reconocía como ciudadanas, y con ello no podían tener derechos políticos ni civiles. No obstante, algunas se rebelaron ante eso y exigieron el reconocimiento de sus derechos, como Sojourner Truth, quien tras obtener su libertad, fue la primera mujer afro­descendiente en ir a un juicio contra un hombre blanco y ganarle. También es conocida por ser la autora del discurso "¿Acaso no soy una mujer?", donde habla sobre la vida de las mujeres esclavizadas.

La explotación de los esclavos generó, por mucho tiempo, grandes riquezas a los dueños de las plantaciones y a empresarios en Estados Unidos. La es­clavitud no sólo se mantenía por necesidad económica, sino también por ser una práctica que culturalmente se había instaurado en la sociedad y la ordenaba jerarquizando a las poblaciones blancas por encima de las afrodes­cendiences. El racismo era la piedra angular de ese sistema. 

El gobierno de Abraham Lincoln 

Abraham Lincoln fue el presidente número 16 de Estados Unidos de Améri­ca, y fue el principal promotor de la abolición de la esclavitud. En sus discursos solía emplear argumentos éticos en contra de los esclavistas y criticaba las condiciones a las que era sometida la comunidad afroamericana. Él pensa­ba que no correspondía con el sueño fundacional de convertir a su país en la tierra de la libertad e igualdad de oportunidades. Decía que el problema de la esclavitud no estaba vinculado con cuestiones económicas, sino en un conflicto moral con implicaciones políticas. 

En 1857 se incrementaron las tensiones políticas a nivel nacional, ya que los estados del norte propusieron abolir la esclavitud, lo cual afectaba económicamente a los estados del sur, en especial a los dueños de grandes plantaciones. Este hecho provocó la división en dos posturas, la del Par­tido Demócrata y la del Partido Republicano; éste se había fundado recientemente y estaba en contra de las prácticas esclavistas. Como legislador, Lincoln propuso ampliar los derechos políticos de los ciudadanos, entre ellos, el derecho al voto de las mujeres y la abolición de la esclavitud. Su ca­rrera se impulsó cuando se unió al Partido Republicano y fue propuesto como candidato a la presidencia. 

Tras su victoria presidencial, los agricultores estadouni­denses pertenecientes a la zona meridional decidieron salir de la unión de los Estados Unidos. En febrero de 1861 se crearon los Estados Confederados del Sur, que fue un intento separatista por mantener su modelo económico. Durante la presidencia de Lincoln, el conflicto con los esta­dos esclavistas se fue agravando, ya que ellos consideraban que el presidente no sólo quería acabar con la esclavitud sino con su economía y su estilo de vida. Tras la creación de esa confederación, la postura de Lincoln fue mantener la unión de la nación. Por esta razón dejó en claro a los estados sureños que no se podían independizar y, al mismo tiempo, se mantuvo firme en la necesidad de acabar con la esclavitud. Eso propició que estallara la guerra en abril de 1861. 

Lincoln fue el líder de la unión, el bando nordista donde lucharon por su libertad miles de soldados afroame­ricanos. Durante los años que duró la guerra, el presidente continuó gobernando para todos los estados, e incluso en 1863 inició su campaña para reelegirse.

Con la derrota de los estados del sur, el presidente  es­tableció que era el momento de regresar a las relaciones de respeto y paz entre toda la sociedad por medio de una política de reconciliación y restauración del sur. Muchos políticos no estuvieron de acuerdo y solicitaron castigos para los sudistas por los años de lucha y los miles de muertos que generó la guerra. La propuesta del mandatario no logró llevarse a cabo, ya que fue asesinado el 14 de abril de 1865 por un simpatizante del sur.

Abraham Lincoln es, junto con George Washington, uno de los referentes po­líticos más importantes en la historia de Estados Unidos de América. Lincoln tiene gran relevancia en ese país porque, además de ser uno de los principales opositores a las prácticas esclavistas, defendió la idea de unidad nacional, que es un componente de gran relevancia para la construcción del nacionalismo estadounidense. 

La guerra civil y sus consecuencias en la población de origen africano 

La palabra secesión significa "separación" o "ruptura", y es justo lo que los es­tados del sur buscaban, separarse de la unión al considerar que no se estaban respetando sus derechos de autonomía en su forma de gobernar. Creían, ade­más, que la abolición de la esclavitud era una ley impuesta por los estados del norte y que los afectaba económicamente. 

La guerra de Secesión comenzó el 12 de abril de 1861 con el ataque del ejército del sur a la fortaleza conocida como Fort Sumter. Algunas batallas que se dieron entre 1861 y 1862 fueron la de Bull Run, la Campaña de la Península y la de los Siete Días. Durante el enfrentamiento se usó arma­mento con una capacidad de destrucción sin precedente. Por primera vez se empleó una ametralladora. También se utilizaron rifles, cañones, bayonetas y pistolas más poderosas. 

La batalla de Gettysburg ocurrió en julio de 1863 y, además de recor­darse por la gran cantidad de muertes que hubo en ella, es importante por ser una de las victorias de los unionistas. Sin embargo, el evento decisivo de la guerra de Secesión fue la batalla de Five Forks en 1865, hecho que permitió que los unionistas se apoderaran de la capital de los confederados, Petersburg, Virginia, situación que propició la rendición de Carolina del Norte. 

En 1865, cuando terminó la guerra de Secesión, se realizaron enmiendas a la Constitución estadounidense con el fin de otorgarles derechos a las personas afrodescendientes que habían vivido esclavi­zadas, como lo había planteado Lincoln desde 1861. 

En el sur, la población blanca culpaba a los afrodescendientes por la guerra, la pérdida de su estilo de vida y los estragos ocasionados; este resentimien­to, aunado al racismo, resultó en nuevas formas de violencia contra ellos. A pesar de que la ley indicaba que la población afrodescendiente era libre e igual a los ciudadanos blancos, generaron "códigos negros", es decir, leyes estatales que limitaban los derechos de esta población; por ejemplo, el de­recho al voto era obstaculizado con un examen de alfabetismo. También se les designaron espacios específicos para transitar, transportarse e, incluso, estudiar. Igualmente, en el siglo XIX se crearon sociedades secretas racistas, como el Ku Klux Klan, el cual buscó violentar a la población afrodescen­diente para evitar que ejercieran los derechos concedidos después de 1865. 

El racismo que se instauró durante siglos en el territorio que ahora se co­noce como Estados Unidos no terminó con la abolición de la esclavitud. Por el contrario, la violencia hacia las poblaciones afrodescendientes se manifestó por nuevas vías que se escondieron tras un discurso de aparen­te reconocimiento de los derechos de estas comunidades. Las prácticas segregacionistas y las agresiones provenientes de la nociva ideología de la supremacía blanca fueron cuestionadas hasta casi cien años después con el movimiento por los derechos civiles de Martín Lucher King, en la segunda mitad del siglo XX. 

La guerra de Secesión fue el punto máximo de tensión entre dos propuestas políticas y económicas que existían en Estados Unidos de América desde su conformación. La esclavitud detonó el conflicto que dio como resultado la libertad constitucional de las personas afrodescendientes. Sin embargo, los derechos que se les otorgaba federalmen­te eran negados de manera estatal. La abolición de la esclavitud no puso fin al racismo; la población blanca ha seguido considerando a las personas afrodescendientes como inferiores, por lo que las discrimina y las violenta.